26 de enero de 2012

Uno lo dice, otro lo repite y el tercero se lo cree.

El vocero, correveidile o como decimos en Jumilla, un licinciao; Es una persona que cumple una función necesaria dentro de los elementos de la comunicación lingüística, se hace necesario la existencia de un receptor del mensaje, para que tenga lógica la existencia de un emisor, aún así, esta figura lingüística se viene suplantando por los medios digitales y en menor medida, los impresos, que vienen a contarnos, lo que antaño se contaba de boca en boca.

Sin embargo, cuando está al frente de un medio de comunicación, un profesional de su trabajo, lo primero que suele hacer es confirmar sus fuentes y corroborar la información, con el único fin de no dar un patinazo que ponga en duda su credibilidad, como informador. Y es en este punto, donde pienso que fallamos muchos de nosotros, cuando, al escuchar un mensaje, al oír el contenido de una información, que se nos cuenta, a través de un amigo o conocido, en definitiva cuando nos convertimos en receptor del mensaje, no exigimos, que al tiempo que se nos da la información, se nos citen las fuentes y el origen del mensaje, en definitiva la identidad del emisor.

Con esto conseguiríamos, no convertirnos en correveidiles de nadie, al tiempo que evitaríamos, que muchas falsedades, falacias y mentiras, nos tuvieran como eslabón rumiento, de esas malditas cadenas que sin fundamento, hacemos circular nosotros mismos, por la calle de #laferiadelavida. Pues como ya se sabe, uno lo dice, otro lo repite y el tercero se lo cree.

1 comentario:

  1. Querido Ildefonso, ¿sabes si hablan de Dios?.
    También recibe mis bendiciones.

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